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Boletín No. 93 Julio-Agosto / 2019
La ansiedad es una respuesta del organismo frente a la aparición de exigencias o amenazas en el ambiente, que se genera cuando se atraviesa por una situación límite, que produce preocupación o miedo excesivo.
En el caso de los pacientes oncológicos que deben ser hospitalizados por largos periodos de tiempo para poder recibir su tratamiento, se evidencia ansiedad debido a la hospitalización en sí misma, porque genera cambios en diversos aspectos de su vida. También frente a los procedimientos médicos como el aspirado de médula ósea, o el inicio de la quimioterapia, entre otros eventos.
El primer paso para poder aprender a manejar esta respuesta, es reconocer las señales de la ansiedad, como la excesiva preocupación, la dificultad para conciliar el sueño, pesadillas relacionadas con la enfermedad, pensamientos intrusivos sobre la muerte, e irritabilidad entre otros. Sentir miedo o ansiedad es una respuesta normal, ya que los pacientes se enfrentan a situaciones desconocidas y de incertidumbre.
Pero se vuelve desadaptativa cuando el sentimiento de preocupación es excesivo y afecta la calidad de vida. Cuando estamos ansiosos nuestro cerebro puede saltar a conclusiones apresuradas, imaginar que lo peor va a suceder e ignorar o minimizar los aspectos positivos que pasan en nuestra vida.
Una manera de manejar la ansiedad tiene que ver con el desarrollo de habilidades para ser consciente de esta manera negativa de pensar, y evaluar estos pensamientos para cambiarlos o dejarlos pasar por nuestra mente, sin que tengan un impacto negativo sobre nuestro estado emocional.
Si bien el hospital tiene sus propias rutinas, es importante que cada paciente pueda crear hábitos lo más similares posibles a los que tenía antes de ser hospitalizado, para así poder ajustarse a las recomendaciones de alimentación y sueño y mantenerlas en los períodos de descanso de la quimioterapia.
Comunicarse con el personal médico y solicitar información sobre el diagnóstico y tratamiento (efectos secundarios, duración, manejo de síntomas), ya que adquirir información permite comprender mejor lo que está pasando, disminuir la incertidumbre y clarificar las percepciones e informaciones erróneas, las cuales generan más ansiedad.
Al encontrarse hospitalizado es importante realizar actividades de disfrute, si bien pueden ser un poco más limitadas, se pueden establecer identificando las actividades que se realizaban antes de la hospitalización que se disfrutaban, para posteriormente implementarlas o ajustarlas al nuevo ambiente. Finalmente, se puede acudir a técnicas de relajación por medio de la respiración, meditación u oración, que permitan incrementar la calma, reducir la tensión física y emocional, y concentrarse en el aquí y el ahora.
En el caso de los pacientes oncológicos que deben ser hospitalizados por largos periodos de tiempo para poder recibir su tratamiento, se evidencia ansiedad debido a la hospitalización en sí misma, porque genera cambios en diversos aspectos de su vida. También frente a los procedimientos médicos como el aspirado de médula ósea, o el inicio de la quimioterapia, entre otros eventos.
El primer paso para poder aprender a manejar esta respuesta, es reconocer las señales de la ansiedad, como la excesiva preocupación, la dificultad para conciliar el sueño, pesadillas relacionadas con la enfermedad, pensamientos intrusivos sobre la muerte, e irritabilidad entre otros. Sentir miedo o ansiedad es una respuesta normal, ya que los pacientes se enfrentan a situaciones desconocidas y de incertidumbre.
Pero se vuelve desadaptativa cuando el sentimiento de preocupación es excesivo y afecta la calidad de vida. Cuando estamos ansiosos nuestro cerebro puede saltar a conclusiones apresuradas, imaginar que lo peor va a suceder e ignorar o minimizar los aspectos positivos que pasan en nuestra vida.
Una manera de manejar la ansiedad tiene que ver con el desarrollo de habilidades para ser consciente de esta manera negativa de pensar, y evaluar estos pensamientos para cambiarlos o dejarlos pasar por nuestra mente, sin que tengan un impacto negativo sobre nuestro estado emocional.
Si bien el hospital tiene sus propias rutinas, es importante que cada paciente pueda crear hábitos lo más similares posibles a los que tenía antes de ser hospitalizado, para así poder ajustarse a las recomendaciones de alimentación y sueño y mantenerlas en los períodos de descanso de la quimioterapia.
Comunicarse con el personal médico y solicitar información sobre el diagnóstico y tratamiento (efectos secundarios, duración, manejo de síntomas), ya que adquirir información permite comprender mejor lo que está pasando, disminuir la incertidumbre y clarificar las percepciones e informaciones erróneas, las cuales generan más ansiedad.
Al encontrarse hospitalizado es importante realizar actividades de disfrute, si bien pueden ser un poco más limitadas, se pueden establecer identificando las actividades que se realizaban antes de la hospitalización que se disfrutaban, para posteriormente implementarlas o ajustarlas al nuevo ambiente. Finalmente, se puede acudir a técnicas de relajación por medio de la respiración, meditación u oración, que permitan incrementar la calma, reducir la tensión física y emocional, y concentrarse en el aquí y el ahora.
MARÍA FERNANDA ROCHA
Psicóloga Universidad Externado de Colombia
Coordinadora Programa Paciente Adulto en Funcolombianaa
Psicóloga Universidad Externado de Colombia
Coordinadora Programa Paciente Adulto en Funcolombianaa