Aunque las probabilidades de cura en el diagnóstico de cáncer infantil son esperanzadoras, culturalmente sigue estando más asociado con la idea de muerte que con una mayor esperanza de vida y por ende el impacto generado en el momento del diagnóstico, tanto para los papás como para el niño, es muy elevado. Esta noticia se caracteriza por ser un acontecimiento estresante, que viene acompañado de altos niveles de sufrimiento y vulnerabilidad afectando diferentes aspectos en la persona como su estado de ánimo, estado físico y estado mental.
En un primer momento, recibir la noticia implica para los papás una sorpresa catastrófica pues varias expectativas sobre el futuro se ven truncadas, así como el desistimiento de llevar a cabo los proyectos a corto y largo plazo, que tenían planeados para el futuro de sus hijos. Este cambio de planes inesperado, la ola emocional que lo acompaña, la incertidumbre y el sin número de pensamientos que aparecen, pueden desatar con mayor probabilidad una crisis.
Pero, ¿qué es una crisis?, pues bien, el estado de crisis se caracteriza por la pérdida de equilibrio en el individuo entre lo que piensa, siente y hace. Los recursos con los que cuenta la familia, no son suficientes para atravesar dicho suceso y por ende existe la incapacidad para manejar la situación y/o dar soluciones efectivas ante el problema. Sin embargo, es primordial resaltar que, aunque pueda parecer lo contrario las crisis son temporales y por ende tienen un inicio y un fin, el cual llega cuando después del suceso traumático se logra reestablecer la calma y se incorporan herramientas nuevas que permitan afrontar la situación de una forma más efectiva. Esto indica, que el apoyo psicólogo en este tipo de diagnóstico es esencial, pues suelen experimentarse varios episodios de crisis a lo largo del proceso, por lo que es común escuchar que vivirlo es como una montaña rusa, pues deben enfrentarse a los cambios físicos y emocionales del paciente, posibles recaídas, transfusiones de sangre, procedimientos quirúrgicos, hospitalizaciones frecuentes, cambios en alimentación, y alteración de la rutina cotidiana, entre otros.
La intervención en crisis de primera instancia o primeros auxilios psicológicos, permite que las familias puedan reestablecer su estabilidad emocional, así como el desarrollo de estrategias de afrontamiento sanas y asertivas que permitan la búsqueda de solución de problemas, ante la situación que se experimenta.
El apoyo psicológico permite facilitar la adaptación a la enfermedad y al tratamiento, generando mayor bienestar psicológico y calidad de vida tanto en el paciente como en los padres.
Es recomendable y deseable que todos los padres y demás miembros del núcleo familiar, puedan beneficiarse de esta ayuda profesional.